"La más bella de la estrellas"

sábado, 20 de enero de 2018

Carta a Audrey Hepburn, "la princesa de la dulce sonrisa"

Audrey Katheen Hepburn, siempre serás nuestra
 eterna dama de los sueños. (Clic)
Querida Audrey Kathleen, nuestra eterna dama de los sueños. ¿Cómo te va en ese cielo al que llegaste hace 25 años? ¡Veinticinco años ya que te fuisteY aún no te hemos olvidado los que te queríamos y te seguimos queriendo... hasta siempre. Esta es mi carta. La carta que te escribo todos los años, para darle vida a mi recuerdo, pero también para que muchos más que no te olvidaron y que quizá vean las palabras de este mensaje, se unan conmigo a este sentimiento de evocación y de cariño hacia ti. Es una carta, por tanto, que te escribo en nombre de todos los que te hemos admirado y te recordamos.
  
Tu icono de mujer era el de la belleza y elegancia, pero también representabas, aún con más
autenticidad, la sencillez y la ingenuidad, pero también la dulzura y el contraste de aquella actitud
sofisticada que tanto nos encantaba de ti.
  
En un día tan significativo como el de hoy, en el que rememoramos tu viaje a la eternidad, no podíamos dejar de hacer homenaje al mensaje que nos dejaste, no sólo por cuanto nos sugeriste en tus personajes del cine, sino por cuando nos enseñaste a lo largo de algunos momentos de tu vida, desde tus apariciones, unas discretas, otras glamurosas, desde tus mensajes, unos desde tu sonrisa, otros desde la sugerencia de tu semblante, algunos supongo que eran subliminales. Tu marca simbólica nos quedó ahí, la que se convirtió en un icono de belleza y elegancia, a veces de sencillez y naturalidad, aunque también de encantadora sofisticación. Tu eterna comunicación será siempre la de la conmovedora sensibilidad y dulzura, y a través de aquel seductor destello de ingenuidad.  (Clic)
  
Encantada y fascinada, te detenías en aquel mágico lugar, y es
que "nada malo podía ocurrirte". Como también nosotros nos
detenemos ante la confianza ilusionada de nuestra esperanzas,
porque nada malo puede ocurrirnos con soñarla.
Recuerdo muy bien cómo mi pluma de "imaginador de cuentos" describía aquel personaje que tú vivías en cierta película, el que se escondía en su azarosa frivolidad, pero buscando la eterna felicidad. Felicidad que perseguía con la misma expresión angelical que tenías en tu vida real. Te detenías en aquel lugar llamado "Tiffany´s", porque "nada malo podía ocurrirte" en tu castillo de ilusiones. Lo cierto es que yo también buscaba la misma suerte por los caminos, unas veces idílicos, otros difíciles, que la vida me ofrecía.
  
Recuerdo el encanto, la sutileza y la dulzura con que identificabas tus personajes. Yo entendía muy bien que era la misma dulzura y el mismo encanto que reflejaba el destello de tu personalidad. Pero además, y teniendo en cuenta que todos tenemos una "dama oculta", la que aparece en nuestros sueños, tú siempre la representabas.
  
Es la secuencia en aquella inmortal escena en que representabas
a Holly y te hallaste perdida en la fragilidad y en la angustia de
tu soledad. (Fotogramas de "Breakfast at Tiffany´s")
  
Aquella secuencia que tú representaste nos dijo mucho a quienes admirábamos la sutileza de tu mensaje escénico. La historia siguió cuando tú te alejaste porque temías que el mundo que te rodeaba pretendiera "enjaularte".

Es el abrazo que funde dos almas perdidas en su obsesivo
desencanto y cuya lluvia de esperanzas les devuelve "la
suerte" y la felicidad.
Intentaste desaparecer, pero de pronto te viste perdida en tu fragilidad y en la angustia de tu soledad. Alguien, que también se hallaba perdido, apareció en el último momento como una señal de suerte. Y en medio de aquella desolación encontraste la que hasta entonces era tu recelosa ilusión. Es posible que aquel encuentro fuera el de la reconciliación contigo misma. Recuerdo entonces un abrazo que funde las almas de dos seres, hasta entonces atormentados y perdidos en su obsesiva desesperanza, bajo la complicidad de una lluvia torrencial que les acaricia. (Clic)
  
Muchos entendimos, desde aquel mensaje musical, tu canción
  "Moon River", el que  nos enviaste con tu disfraz de Holly

 y en el que (desde "Desayuno con diamantes") nos
guiabas con un destello de ilusión y de esperanza
Lo cierto es que aquel abrazo era el mismo con que siempre hemos querido entregarnos al  hermoso escenario que a veces aparece en nuestros sueños, y precisamente bajo esa misma cálida y generosa lluvia de esperanza con la que añoramos empapar nuestros destinos y en esa misma búsqueda desesperada de alcanzar la felicidad.
  
Todos nosotros sabemos que nos estábamos refiriendo a aquella romántica historia que una vez interpretaste bajo un personaje llamado Holly y en una película que se titulaba "Desayuno con diamantes". Es posible que inicialmente el argumento y los diálogos de su guión pretendieran significar otro mensaje, pero yo, y quizá muchos más, entendíamos que sin quererlo tú nos había guiado a una luz de esperanza. Tal vez el mismo destello que te guió después a lo largo de tu vida. 
  

Son retratos de Audrey Hepburn, que hizo Shahin Gholizadeh, el pintor de las estrellas de Hollywood.
También en estos retratos del artista iraní vemos el poder de la fascinación de los ojos de "la más
bella de las estrellas", la intensidad cautivadora de la mirada de "la princesa de la eterna y dulce
sonrisa". Esta composición de Shahin es hoy un homenaje más para ti y para tu recuerdo.
                                      
Nos queda sólo enviarte desde aquí un cálido y dulce abrazo, a través, también, de "un cálido y dulce" destello con  el que nos uniste a tu eterno paraíso en la eternidad.

Ángel González "Rusty Andecor"